A propósito del uso correcto del lenguaje en la cosmovisión cristiana: Discípulos de la palabra.

 


DISCÍPULOS DE LA PALABRA

A lo largo del tiempo ha existido una lucha constante entre la verdad y la mentira, entre el conocimiento y la ignorancia. Dos posturas muy contrastantes se han sostenido y defendido en la humanidad, aquella que acepta la existencia de una verdad absoluta (fundamento de la Belleza, el Bien y el Ser)  y aquellos que intenta relativizar esta verdad. El sofista es aquella persona que busca despojar al hombre de la ciencia de lo absoluto, principalmente por medio del lenguaje, haciendo un uso falaz, ilegitimo, tergiversado y disfrazado; lenguaje lleno de apariencias de verdad, con falsas filosofías e ideologías mentirosas, el engaño de los desertores de la eternidad, el lenguaje que usa el engañador y príncipe de este sistema mundial, el destructor de almas.

Como discípulos de la verdad, es necesario, por tanto, alimentar la inteligencia con la verdad, inteligencia no reducida al uso correcto de conceptos, sino aquella asociada a la sabiduría, la justicia y la virtud como bien nos enseñan las escrituras, como Salomón declaró, y como ya planteaban los filósofos clásicos defensores del intelectualismo moral; es necesario alimentar la inteligencia con la palabra.
Hacer un uso correcto del lenguaje implica no dejar que la verdad sea degradada, que el amor se degrade, que la belleza sea rebajada a menos, sino más bien elevar nuestra limitada visión hacia lo eterno. 

No es noticia que el mundo actual hace un uso sofista del lenguaje, que la palabra se ha degradado, que estamos llenos de eufemismos tramposos para no declarar la verdad y no darle el sentido que le corresponde a las cosas; que la tolerancia, el respeto, la igualdad, el amor y otras nociones esenciales han sido manchadas por ideologías y doctrinas autoritarias y falaces, llenas de destrucción y una tergiversada visión de la realidad, que va en contra incluso de la ciencia y de la lógica, y por tanto también de la verdad, en contra de Dios mismo, como un atentado contra la palabra.

El discurso ideológico actual manipula el lenguaje, lo llena de falsedades y eufemismos, y se convierte en el gran adoctrinador y vigilante de la sociedad. Hablamos de lo políticamente correcto impuesto en medios de comunicación por medio de agendas globales, relatos que llegan hasta las escuelas y universidades, que llegan hasta los niños y los jóvenes. 



La educación actual está manipulada y manoseada por los sofistas de nuestros tiempos, financiados por grandes corporaciones con interés políticos bien establecidos, esa es la gran batalla mental y espiritual actual, la contienda ideológica y retórica desde la cual muchos jóvenes se están dejando presionar y convencer por discursos de moda, y muchos padres están dejando la tutela de sus hijos  sin criterios para oponerse, confiando sus vidas al discurso totalitario. El dialogo y la palabra están comercializados, responden a visiones hedonistas y clientelistas, y en el fondo están orquestadas para destruir el propósito humano y su alma, una finalidad diabólica.  Ante eso existe la imperiosa necesidad de no dejarse manipular como bien lo decía el apóstol: “No os conforméis a este siglo” “No te hagas a la forma de este mundo y sus ideas, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento”.
No hay que adaptarse servilmente a este mundo, sino que, recuperando primeramente la forma de criatura en la educación, y dejando de negar y destruir el ser de las cosas, recuperemos la palabra honesta y verdadera, volviendo a poner en práctica el hábito de la definición y el compromiso de seguir lo bueno, lo bello y lo justo.

Mientras que el sofista atiende al arte de la palabra engañosa y la retórica del fraude, nuestra aspiración como discípulos de la verdad, la meta más alta, es la de decir la verdad. La verdad de los hechos y la verdad de las proposiciones lógicas; la construcción de argumentos correctos sobre hechos verdaderos, en correspondencia con una revelación verdadera y con la realidad, ¡No hay contradicción empírica y lógica! Que el alma ame la verdad y la belleza, y que pueda llegar al conocimiento más elevado, iluminado por la gracia divina, hacia la belleza primera e increada. 

No poseemos la totalidad de la verdad absoluta, seguimos buscando, descubriendo y creciendo en ella, y aunque  es mucho más aquello que ignoramos que lo que sabemos, tenemos suficiente para no mentir, para no justificarnos, para amar sinceramente y para comportarnos a la altura de la verdad que nos ha sido dada.

Definir es un poder penetrar en la naturaleza de las cosas, naturaleza que les fue dada por el Lógos Divino, palabra que no adula y no tergiversa, sino que descubre las cosas tal y como Dios las pensó. Que nuestro lenguaje sea: sí y sí, no y no. 

La ciencia de la palabra viva es la busqueda de la ontofanía (revelar el ser), pero también de una teofanía (Dios revelado) que se vuelve parte de nuestro camino hacia la verdadera felicidad, el conocer la primera belleza “ a pesar de nuestras alas atrofiadas”, la palabra se vuelve la medicina que nos devuelve la salud y que nos convierte en herederos de la promesa eterna.

“Toda palabra humana que no sea imitación del Lógos conduce a la fealdad y al pecado” decía un pensador cristiano, participemos por tanto de la belleza y la verdad de la palabra, sin temor, descubramos y nombremos lo bello, lo bueno y lo verdadero, cada vez mejor, cada vez más perfecto y más sofisticado, sin descuidar nuestra actitud: con amor, con humildad, desde una busqueda constante, sin arrogancia, con vocación de servicio, como maestros interesados, listos para educar también para lo bello, la verdad y la virtud, y si hay algo bueno en lo cual pensar, algo útil que hacer, eso hagamos, reuniéndonos para lo mejor.




Si bien existe el problema del lenguaje “Babel” por el orgullo y egoísmo humano, aquel lenguaje que confunde, que oscurece y que impide el acuerdo y el dialogo, existe también el “Pentecostés”, “la fiesta pedagógica de la palabra”, la llenura del Espíritu Santo, la palabra que nos une, la palabra que tiene sentido y propósito, la palabra que se dice en otra lengua pero que se vuelve inteligible para el otro, una palabra profética que declara la verdad, que ama, que amonesta, que bendice, que aconseja, que consuela, que ayuda, que sirve… las palabras que surgen de estar todos unidos y en un mismo sentir. El antídoto contra Babel y contra los sofistas. 

Seamos discípulos de la palabra, seamos llenos del Espíritu Santo, declaremos y vivamos conforme a la verdad y no de acuerdo con el sistema ideológico mundial. Por medio del método de la palabra llegamos al ser y la verdad de las cosas en la experiencia vivencial, y por su puesto al conocimiento y confesión de fe sobre La Verdad que nos redime y nos salva.

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1 Comentarios

  1. Si ,hagamos el compromiso de seguir lo bueno ,lo bello y lo justo

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